29 de noviembre de 2007

¿Qué es antes el huevo o la publicidad?

Es algo que me pregunto a menudo. Quiero decir que rodeados como estamos permanentemente de un número ingente de estímulos publicitarios, uno pierde la noción de si son estos quienes dictan de manera más o menos ingeniosa nuestros hábitos de consumo -entre otros hábitos afectados- o si por el contrario seremos las propias personas, con nuestra inercia y devenir, las que marcamos sin saberlo las tendencias en múltiples aspectos; poniéndoselo francamente en bandeja a todo ese colectivo de los llamados “creadores”.

La reflexión tiene desde mi punto de vista su intriga, ya que en el fondo se trata de dilucidar si somos tan brutalmente manipulables externamente o bien nosotros mismos tenemos el poder de moldear gran parte de lo que acontece a nuestro alrededor. Nos llevan o nos llevamos en definitiva. Basta recordar que la publicidad estudia desde hace años de manera concienzuda y técnica, como hacer para captar nuestra atención, identificarnos y vernos en la necesidad de consumir tal o cual cosa. Las empresas e instituciones, cuidadoras de su dinero por la cuenta que les trae, se gastan fortunas en todo eso con fines muy concretos. Y entonces ¿lo que nos ofrecen es lo que queremos en función de cómo somos? o ¿según como nos muestran las cosas, se tiene la capacidad de condicionar nuestra voluntad y nuestro juicio? ¿No inquieta esto último?

Para los y las que ya tengáis una respuesta en la cabeza, probad a contestar estas otras preguntas. A mi me cuesta. ¿Por qué los coches tienen ahora en su gran mayoría esas carrocerías tan agresivas? ¿Qué motivo hay para que obtengan tanta audiencia los programas de televisión que se sabe son mentira y que además criticamos vehementemente? ¿Cuál es la razón por la que los anuncios de productos de limpieza han seguido prácticamente el mismo esquema durante décadas? ¿No es preocupante que se esté recurriendo actualmente al concepto de luchas pandilleras para anunciar móviles o bebidas gaseosas? ¿Cuál son las relaciones causa-efecto en todo esto?

Lo que si parece estar claro, es que el "antídoto" o "vacuna" a los posibles efectos adversos relacionados con este asunto, está de manera general en la alfabetización audiovisual o digital.

18 de noviembre de 2007

Paisajes humanos: Visita de los Reyes.

El pueblo: Un grupo no muy numeroso de personas. Allí se encontraban los curiosos, afanados en hacerse fotos con el móvil. También estaba el trío de patriotas, ondeando la bandera de España durante largo rato y encargados en su momento de lanzar los típicos ¡Viva tal! Deambulando por ahí, para mosqueo de los de la secreta, algún solitario con pinta rara según ellos. Por otro lado la mamá a la que escuché decir que había sacado a su hijo del colegio –Opus Dei por el uniforme- para que viera a los Reyes. Correteando por el parque, para desquicie de sus profes, los niños y niñas de un colegio público. Al fondo, pancarta en mano, el grupo de Benavente reivindicando un hospital para su ciudad. Y finalmente una mezcolanza de jubilados, señoras y adolescentes comentando de todo un poco y sobre todo el famoso ¡¿Por qué no te callas?!

Los dirigentes: Aparecieron en una interminable ristra de coches oficiales con sus lunas tintadas y antenitas por el techo. Además, unos cuantos autobuses de superlujo para los y las acompañantes. Ellos todos de riguroso traje gris oscuro de excelente paño, peinados con perfecta raya al lado y jugando a ser diferentes por el color pastel de sus corbatas. Ellas vestidas como para ir de boda, con los consabidos encajes, gasas y tules; como en casi todas las bodas. Y entre los unos y las otras, el orondo obispo con su extraño atuendo de gala; como salido de una película de otra época. Todos desfilando por la alfombra roja sabedores de su enorme poder y luciendo orgullosos su estatus.

El circo mediático: Primero se percibe al montón de reporteros que están a este lado del cordón policial. Cada uno con su puntito; la seriedad del chico de Antena 3, el "fashion-victim" de las Mañanas de Cuatro, la teatralización exagerada de las chicas de Está pasando y el Tomate, el espectáculo de entrega desaforada de camiseta de los de Caiga quien caiga -adivinar el mensaje de la misma-… Curiosamente cada uno de sus micrófonos acompañado de un cámara joven, chico y con pintas "grunge". Luego al margen, porque aquí por lo visto también hay clases, están las periodistas que lucen tarjeta de acreditación. Todas mujeres, muy arregladas y con tacones, a excepción de la de Radio Nacional. Moviéndose como pez en el agua y con cierto ademán altivo entre el público, autoridades y conexiones en directo.

La seguridad: Posiblemente el grupo más numeroso. Estaban los de la seguridad de la Casa Real, con su traje impoluto, gafas de sol y pinganillo transparente. Acordonándolo todo, un montón de corpulentos policías nacionales de uniforme azul marino ajustado, gorra calada de una talla menos y pistola en el muslo a modo futurista. Luego los guardias civiles, encargados de movilizar a la comitiva y que ya no se ponen el tricornio, sino una boina azul de medio lado. Tres superjefazos de los diferentes cuerpos, con traje de gala lleno de galones y condecoraciones. Algunos policías más apostados en la azotea metralleta en mano. Otro medio centenar de policías municipales con su chaleco reflectante, en todas y cada una de las intersecciones cercanas al lugar. Y claro para remate, los escoltas de cada uno de los políticos de turno, también con traje pero con menos pomposidad. Un enorme despliegue entre motos, coches blindados, vehículos oficiales, furgones y "la de Dios es Cristo".

10 de noviembre de 2007

Maravillosa tecnología.

Nada nuevo descubro, si digo que los avances tecnológicos en las últimas décadas han ido a una velocidad increíble, revolucionando considerablemente la vida de los que habitamos una parte del planeta -no podemos olvidar que la llamada brecha digital es de vértigo-. En principio, dichos avances se supone que están creados para hacernos la vida más cómoda, sencilla o práctica, solo que a menudo hay “acontecimientos” que ponen seriamente en cuestión tal premisa. La trampa está en que como son ocasionales, cada vez nos liamos más y más, descuidando que la suma continuada de múltiples de estos “pequeños inconvenientes” puede llegar a resultar desesperante.

Mi móvil, por ejemplo, si no lo dejas un tiempo inconcreto para que “despierte” cuando lo enciendes, se bloquea todo su software y ya tiene uno el tinglado montado. Otra reciente es la programación sincronizada -EPG- que ofrece la Televisión Digital Terrestre –TDT-. Muy útil cuando va, pero muy frustrante cuando falla que es frecuentemente. Y encima los técnicos vía correo electrónico te dicen “no tenemos constancia de que ocurra nada señor”. Ya no digamos las odiseas que te puede hacer pasar un ordenador. El otro día porque me di cuenta que el antivirus no se actualizaba correctamente, empezó la mandanga de desinstala esto, que comparte archivos con aquello e interfiere con eso otro. Un horror.

Y así mil y una. Si hay tormenta se desconfigura la mini-estación meteorológica. Si se va la luz pierdes las memorias del despertador, vídeo, microondas y otros electrodomésticos. El CD grabado aquí no va allá por vaya usted a saber que razón. Este DVD no lee las imágenes en formato JPG. El nombre que pones a las canciones con el programa tal no lo interpreta el MP3, etc, etc, etc. Con cada una de estas “cositas”, te pasas un buen rato leyendo instrucciones –no se cuantos de esos libritos tendré en casa-, devanándote los sesos para dar con la tecla correcta, cuando no te toca gastar dinero.

¿De verdad será más cómodo todo esto?...

2 de noviembre de 2007

El sentir de los sentidos.

A lo largo de un mismo día, los estímulos que nos rodean pueden transmitir grandes y silenciosas emociones. Suelen aparecer sin darnos cuenta; sin perseguir o buscar nada. Solo es cuestión de dejarse llevar por ellos.

Un día puedes estar atravesando un parque en la gran ciudad y que el sonido de un caño de agua continuo, te lleve directamente a una pequeña aldea salmantina. Aquella que te permitió observar de niño, los curiosos entresijos de un mundo rural ya en desuso. Donde se habitaba y vivía de otra forma. Ese lugar en el que, de la mano de un abuelo mitad maestro-mitad herrero, empezaste a descifrar los secretos de una naturaleza que te atraparía para siempre…

Casi al momento, poco tiempo después, pueden aparecer ante ti las ruinas de una vieja aunque conocida fachada. Restos a punto de ser demolidos que albergaron vidas pasadas. Es debajo de ese número, sostenido a duras penas sobre el dintel de una destartalada y carcomida puerta, donde un sonriente tío ebanista os recibía los días de visita. Un luchador por las libertades, comprenderías mucho tiempo después. Un rebelde en los tiempos en los que te mataban por pensar de otra forma sin esconderlo…

Y otro día será esa canción evocadora, quizá un olor penetrante y embriagador, la imagen de rostros desconocidos pero familiares, el sabor de algo llenando tu boca… Hay tantas de esas mágicas sensaciones… Y son todas tan melancólicamente hermosas…