29 de enero de 2008

Historia truncada

Durante años se observaron en silencio. De manera sigilosa; sin llamar apenas la atención. Ella llego un tanto después que él y al poco de que decidieran su sitio, ya se llamaron la atención. Eran jóvenes y frágiles, mas supieron aguantar los malos tiempos e ir creciendo lentamente sin perderse de vista. Durante la primavera, era cuando de forma evidente se dejaban ver en todo su esplendor, haciendo alarde ambos de su inmensa belleza natural. Y poco a poco fueron acercándose; así como quien no quiere la cosa, aunque seguros de querer estar ahí en el momento preciso.

Tanto se habían atrevido y esforzado, que era cuestión de días el que surgiera por fin el encuentro deseado. Pasaban horas a muy pocos centímetros uno del otro, conscientes de ser lo suficientemente maduros para vivir y hacer lo que tanto ansiaban. Solo hacia falta un empujón, un golpe de viento certero…

Pero no paso; nunca llego a ser. Una mañana fría de invierno llegaron dos extraños con sus herramientas, podando sendos árboles y con ello sus ilusiones. Sus ramas a punto de enlazarse, volvieron a estar más separadas que nunca.

20 de enero de 2008

Imágenes guardadas

Tengo un puñado de fotos
y anidados sus recuerdos.
Cuando el pasado ya no existe
y el futuro tampoco, pienso.

Me cuesta aferrarme al ahora,
pese a encontrarme a gusto; sereno.
Es otra vez lo de cerrar etapas.
Girar la vista a los sueños.

Tan pronto se hace tarde,
como enseguida es eterno.
Las saque de una repisa anoche,
esa del polvo quieto.

Creo que me quedaré aquí un rato;
poco rato, solo un momento.
Recreando la nostalgia,
en el recuerdo de otros tiempos.

11 de enero de 2008

Amistad

Las veo a menudo mientras espero curioseando. Son dos chicas de unos 16 años y aparecen día tras día por el fondo de la calle sobre las tres de la tarde. Siempre vienen hablando, mientras cargan a sus espaldas con esas voluminosas mochilas repletas de cosas. Algunos días se las ve más cansadas, otros más sonrientes, con aspecto sencillo o luciendo palmito, aunque casi siempre con un tono vital en sus caras.

Al llegar al final de la acera, inexcusablemente se detienen un ratito. Es ahí donde se dividen sus caminos, pero aprovechan ese último momento para charlar de los más variados temas; que si el examen ha sido difícil, que si he tenido una discusión con mi madre, que si mengano me gusta, que si tal o que si cual… Hablan las dos, sin atropellarse ni acaparar la conversación por parte de ninguna. Mirándose a los ojos y acompañándose frecuentemente con gestos cómplices; entendiéndose en el compartir de sus vidas. Después, más pronto o más tarde, se despiden hasta el día siguiente, no sin antes regalarse un beso cariñoso y sincero por parte de una de ellas a la otra. Y resulta hermosa la escena, muy hermosa.

Pienso en todo lo que a esa amistad le queda por recorrer y si sabrá sobrevivir con el tiempo a los celos, la distancia, la forma de madurar de cada una y todos esos avatares con los que se irá encontrando. Ojalá que si. La amistad, ese tipo de amistad leal y sincera, es todo un privilegio con el paso del tiempo.