10 de septiembre de 2008

Complicarse... o no

Ya van unas cuantas veces que escucho a alguien decir, cuando se habla de cine, que él o ella pasan de ir a ver películas de esas que hagan pensar; que ya bastantes desgracias tiene la vida, dicen, para ir a pasar un mal rato y comerse la cabeza. Por eso, supongo, el cine llamado de entretenimiento, vacío desde mi punto de vista y a menudo simplón –pese a unos efectos especiales de millones de dólares- arrasa en las taquillas, descargas en la red y en menor medida y directa relación alquiler de pelis en un videoclub, a tenor de los que han ido cerrando en el último año y la cara rara de la gente cuando digo que aún alquilo largometrajes. Aunque ese es otro tema y no conviene mezclar.

A lo que voy es que es cierto. Si uno ve con frecuencia determinadas historias en la gran pantalla, elige algunos programas cuando hace zaping, lee cierto tipo de publicaciones o revisa determinados sitios en Internet, por poner algunos ejemplos, complicarte sí te complicas un pelín. Puede pasar que sin proponértelo te acuestes pensando en el funcionamiento de la economía de mercado, te descubras al pasear encontrando ejemplos de globalización, surgiendo dudas en tu cabecita sobre en que condiciones laborales se habrá hecho esa ganga made in que ibas a comprar, o preguntándote por si es muy ecológico tal o cual gesto cotidiano catalogado como de los que proporcionan calidad de vida...

Luego, como decían los Celtas Cortos, todo es ponerse. Le vas mezclando unas dosis de los rudimentarios conocimientos de historia que uno pueda tener, lo aderezas con lo que vas descubriendo de las distintas ideologías políticas, intentas desenmarañar la influencia que las religiones han tenido y tienen en tantas cosas, reflexionas sobre la evolución de muchos acontecimientos y porqué se está donde se está respecto a cada lugar geográfico, cada tema... Te da por analizar los pros y contras del sistema democrático, el capitalismo, el neoliberalismo y todos sus secuaces, al tiempo que lo comparas con otras posibles formas de gobierno, otras utopías tal vez, mientras sufres, te avergüenzas, sientes frustración y eres cada vez más consciente de lo jodida y maquiavélicamente interrelacionado que esta todo.

Y algo me rechina en ese no querer pensar como punto de partida permanente…