22 de noviembre de 2009

“Eso son mariconadas…”

Cada vez que de forma no tan ocasional escucho tal afirmación, pienso que menos mal que hay homosexuales (proverbio no chino). La explicación es bien simple; se suele dar ese ‘sesudo’ calificativo, a todo aquello que parece no pertenecer a lo que viene siendo un hombre hecho y derecho, para ese nutrido grupo de mujeres y hombres de hoy en día. Ya saben; sensibilidad, demostrar afectos, gusto por los detalles, cuidar la estética de lo que nos rodea y cosas tan ‘antinaturales’ como esas. Al margen quedan las violentas razones históricas y los recalcitrantes planteamientos más actuales que sustentan esos prejuicios. Así que más pronto que tarde, si se muestra algo de preocupación por eso que se sale del paradigma masculino por aquí -y también por muchos allá- te cae esa otra versión del mismo asunto: “déjate de mariconadas”.

Nunca, eso si, he escuchado relacionar dicho concepto tan erudito con el maltrato a las mujeres, la brusquedad en las formas o la cutrez y mala educación que abunda con facilidad en el comportamiento humano con cromosoma XY.

Para aquellos y aquellas que en cuanto leen la palabra homosexual se les disparan todas las alertas, poniendo instantáneamente el piloto automático de que la homosexualidad es una desviación humana y toda esa cantinela del bla, bla, bla, decirles que se han perdido con su obcecación desde la primera línea sin comprender nada. Claro que también me pueden decir que no digo más que mariconadas…