17 de diciembre de 2011

Gratitud

A veces ocurre. El tiempo hace re-colocar algunas sensaciones y sentimientos; otras no. Ayer pude recoger un buen puñado de cariño en las vertientes más diversas de sus depositarios; voluntarios, antiguos compañeros y compañeras, familiares ajenos, algunas personas a las que siento como amigos de los que uno apenas ve, y por supuesto aquellos con los derroché energía y ganas de ayudar como terapeuta, para que sus vidas caminaran de otra forma.

ABRAZO-1-BIS

Imagen: CICLOPE3

Abrazos alejados del compromiso, sonrisas sinceras, apretones de manos, caras de sorpresa agradable, y un gran número de gestos que devolvían lo sembrado durante aquellos años tan intensos, ya grabados para siempre en mi. Aparecieron recuerdos torpemente colocados en la memoria, las ganas de compartir más de forma confusa, y la certeza tranquilizadora de que las cosas, muy posiblemente, se hicieron relativamente bien.

De entre todos él. Con aspecto del Aute más seductor, apareció con su pareja en uno de tantos giros entre el gentío. Fueron muchas las horas de esfuerzo, desconcierto, de análisis y de tratar de descifrar juntos los misterios que nos hace ser quienes somos en nuestros errores. “Me acuerdo mucho de ti y de lo que hablamos” me dijo, mientras sentía su achuchón emocionado, en el retroceso fugaz a las vicisitudes y desesperaciones compartidas. El verle bien y sentirme parte de eso, es algo difícil de explicar; es ese agradecimiento mutuo.

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