29 de enero de 2008

Historia truncada

Durante años se observaron en silencio. De manera sigilosa; sin llamar apenas la atención. Ella llego un tanto después que él y al poco de que decidieran su sitio, ya se llamaron la atención. Eran jóvenes y frágiles, mas supieron aguantar los malos tiempos e ir creciendo lentamente sin perderse de vista. Durante la primavera, era cuando de forma evidente se dejaban ver en todo su esplendor, haciendo alarde ambos de su inmensa belleza natural. Y poco a poco fueron acercándose; así como quien no quiere la cosa, aunque seguros de querer estar ahí en el momento preciso.

Tanto se habían atrevido y esforzado, que era cuestión de días el que surgiera por fin el encuentro deseado. Pasaban horas a muy pocos centímetros uno del otro, conscientes de ser lo suficientemente maduros para vivir y hacer lo que tanto ansiaban. Solo hacia falta un empujón, un golpe de viento certero…

Pero no paso; nunca llego a ser. Una mañana fría de invierno llegaron dos extraños con sus herramientas, podando sendos árboles y con ello sus ilusiones. Sus ramas a punto de enlazarse, volvieron a estar más separadas que nunca.

1 comentario:

Elena dijo...

Qué historia más triste!, pero supongo que "son las cosas de la vida, nunca me acostumbraré..." como dice mi amigo Eros ;-)