8 de febrero de 2008

Cosas de aquí

El pasado lunes, en el transcurso de la gala de los premios Max de las artes escénicas, escuché algo interesante e inquietante al mismo tiempo. Si no entendí mal, parte del texto era de Machado y venía a decir que “en España no se dialoga porque no se pregunta”, añadiendo, con mucha gracia, que “casi todo el mundo quiere estar de vuelta cuando ni siquiera ha ido…” No pasaron más que unas pocas horas, para encontrarme de frente con ejemplos del asunto. El lugar no ha sido de los habituales, ya que se desarrolló sudando en una sauna a 70 grados, pero como ese cubículo de madera es pequeño y compartido por varias personas extrañas cada vez, no es difícil que surjan conversaciones… o algo que se acerque a eso.

Todo comenzó cuando desde las cristaleras frontales, se observaba secar el agua que se acumulaba alrededor de la piscina, a una trabajadora con la camiseta de “socorrista”. Una de las acaloradas acompañantes –por el calor, es de suponer- comentó que era la misma chica que daba pilates no se que día. A eso otra mujer que estaba en frente, apuntilló que le parecía muy bien que los empleados hicieran de todo, sin que le faltara tiempo al hombre con generosa barriga situado en el banco superior, para afirmar con severidad que efectivamente, y que quien no trabajaba en este país es porque no quiere; que a él tampoco le apetecía ir por las mañanas a su trabajo… Así ocurrió como se lo estoy contando. Sin anestesia ni´na. Eso además de cuestionar entreveladamente el papel de la chica como monitora de pilates, por la “rotunda razón” de que hablaba suave –no compatible con la actividad, se ve- y porque “encima” llevaba poco tiempo en el centro –esto es, los galones cuentan lo suyo- Claro que a decir verdad se les veía “coherentes” a los y las susodichas, porque practicaban ese tono de voz que tanto se nos cuestiona fuera de nuestras fronteras, en un espacio de 2x2 compartido con otras personas ajenas. Es decir que molestaba el volumen de sus “comentarios”, compendio de críticas, cotilleos, prejuicios y demás cosas feas.

¿Y dónde están las preguntas? Interrogantes como: ¿Es bueno que la socorrista al limpiar, pierda la visión de la piscina durante un tiempo? ¿Si está contratada como técnica deportiva, limpiar es parte de sus funciones? ¿Lo hace porque se presta, porque la toca o porque la obligan? ¿Es bueno para el empleo en general y las personas en particular que uno o una haga el trabajo de dos, tres o de muchos más?... Habría tantas cosas interesantes a preguntar para analizar esta y otras cuestiones. Pero no, preguntas ya les puedo asegurar que no hubo ni una sola en ese rato. Nos quedamos en la obviedad de que en España hay ahora trabajo, cuando están viniendo cientos de miles de inmigrantes por tal razón evidente, dejando a un lado nuevamente preguntas importantes como: ¿Se está velando por unas condiciones de trabajo dignas y de acuerdo a la legalidad en muchos casos; tipo de contrato, categoría del trabajador, cualificación requerida, tareas asignadas, seguridad laboral, duración y conciliación de las jornadas, etc. etc.?

Va a ser que como decía Machado, preguntar no se pregunta mucho, así que no se si lo que hacemos es realmente dialogar…

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