
Digo esto porque se habrán dado cuenta conmigo, de que cada vez va siendo más habitual ver transmitir ideas en público así: Leyendo papeles burdamente, aunque los más avispados lo hagan de reojo. Como quien no quiere la cosa, esto se va incorporando sin complejos a múltiples escenarios, anulando en gran medida la posibilidad de evaluar las verdaderas capacidades e intenciones de quien lee. Cuesta así llegar a saber en que grado conoce el impostor orador de lo que está hablando, si es de su cosecha o escrito por otras personas, cuando no dudar de si su postura es ciertamente la que cuenta y con la intensidad en la que lo hace.
Todo cuando en realidad el no decir las cosas en verdadero directo, es una muestra de mediocridad, cobardía y medio mentira en la mayor parte de los casos. Y ocurre; vaya si ocurre. Se lo puede uno encontrar en una conferencia de “expertos”, o con profesores cuyas clases

consisten en leer apuntes, en los discursos de cualquier autoridad y por supuesto en la mayor parte de las intervenciones de nuestros “valientes” políticos. Da la impresión de que aquí ya casi nadie se atreve a decir algo, si antes no se ha estudiado al dedillo en una reunión previa, se ha valorado pros y contras de cada frase o se ha matizado por algún asesor el “
mejor utiliza esta palabra que no aquella otra”. Grave forma de manipulación es la que se esta normalizando, en mi opinión, hasta el punto de naturalizarse y no cuestionarse. ¿Será por eso que nuestros políticos se resisten a debatir en directo y solo están dispuestos a hacerlo con todo “prefabricado”? ¿Dónde quedan las clásicas disciplinas del
Trivium como la retórica o la dialéctica que den nivel a la oratoria?
Puede ser que ya estemos más cerca de terminar haciendo como se empieza a ver en televisión –otro de los paradigmas de la mentira y la manipulación actualmente más evidentes- en donde muchos presentadores ya
hablan literalmente en función de lo que les van dictando coma a coma por un diminuto e imperceptible auricular, haciéndonos creer que son sus ocurrencias las de “la voz en off” que escuchan, aunque lo hagan con unas pausas y silencios extraños completamente antinaturales. Es decir, son autómatas en donde su capacidad de expresión y manejo de la situación en directo no asegura la audiencia, importando poco la veracidad del asunto…
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